Daré dos versiones. La más conocida y la que narra Bioy Casares al comienzo del "Borges".
"Un día Victoria Ocampo nos citó –mejor dicho nos obligó- a visitar la Quinta de San Isidro porque llegaba un extranjero ilustre. Estábamos sentados en una especie de banco raro. Victoria en el centro junto al extranjero y en el extremo de la izquierda Borges y yo, más una lámpara. Victoria de pronto se levanta y nos dice: “¡No sean mierdas, hablen con el invitado!”. Entonces desde ese momento Borges hizo amistad conmigo y de los nervios que tenía tiró la lámpara", cuenta Bioy periodista.
Es posible que el invitado sea
Rabindranath Tagore. También es posible que a la vuelta de esa reunión aconteciera lo que se narra en el "
Borges":
"Creo que mi amistad con Borges procede de una primera conversación, ocurrida en 1931 o 32, en el trayecto entre San Isidro y Buenos Aires. [...] Ante una pregunta sobre mis autores preferidos, tomé la palabra y, desafiando la timidez, que me impedía mantener la sintaxis una frase entera, emprendí el elogio de la prosa desvaída de un poetastro que dirigía la página literaria de un diario porteño. Quizás para renovar el aire, Borges amplió la pregunta:
-De acuerdo -concedió-, pero fuera de Fulano, ¿a quién admira, en este siglo o en cualquier otro?
-A Gabriel Miró, a Azorín, a James Joyce -contesté.
[...]
Borges dijo algo en el sentido de que sólo en escritores entregados al encanto de la palabra hallan los jóvenes literatura en cantidad suficiente. Después, hablando de la admiración por Joyce, agregó:
-Claro. Es una intención, un acto de fe, una promesa. La promesa de que les gustará -se refería a los jóvenes- cuando lo lean."