domingo, 18 de julio de 2010

La muerte



Escribe Bioy en su diario, el martes 23 de octubre de 1951:

“Observa Borges que no siempre los hombres supieron que por la muerte de las personas muy queridas debían estar tristes: «San Agustín, que tenía mucha capacidad para el pensamiento abstracto y para entender lo patético, cuando muere Mónica, su madre, se da un baño de vapor, en la esperanza de aliviar su pena. Si un norteamericano, un Babbitt, Ford o Citizen Kane, hubiera hecho esto, el experimento y su confesión delatarían la ingenua grosería e insensibilidad del hombre».”

Borges (2006), pág. 60.
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La anécdota de San Agustín está en Conf., IX, 12

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