miércoles, 16 de junio de 2010

Conferencia sobre Goethe (III)



Tercera parte, de tres.

Escribe Bioy en su diario, el sábado 10 de septiembre de 1949:

“[Borges:] «En sus novelas, los personajes alemanes llevan nombres italianos. En el teatro impuso a los actores reglas severísimas: no debían mirarse entre ellos al hablar; sólo debían mirar al público; siempre debían estar de frente al público (un perfil, con un solo ojo, una sola oreja, media nariz y media boca era algo monstruoso). Los actores no debían representar sino recitar. Imponía detenciones, por medio de centinelas, a quienes no observaban estas reglas. Cuando el príncipe de Weimar quiso ver en el teatro un perro amaestrado, Goethe señaló un letrero que decía “No se admiten perros”. El príncipe insistió y Goethe abandonó la dirección del teatro. No buscaba el énfasis, sino la exactitud. “Si llovizna –decía- no agregaré truenos.” Hay admirables metáforas para el poniente; él escribió “la hora en que las cosas cercanas se alejan”: no será muy prodigioso pero es muy justo. Cuando viejo fue a Italia –aunque trataba de comprender a todos los pueblos no viajaba; viajar le parecía una suerte de experimento- y se enamoró de una muchacha joven, a la que ayudó pecuniariamente; además, para congraciarse con ella, conversaba largamente con la madre. Todo esto, son adornos, sin mejorar su papel, es el asunto de las Elegías romanas, un bellísimo poema. Conoció a los poetas persas a través de malas traducciones alemanas; los comprendió; advirtió que lo esencial en ellos era la intemporalidad; escribió el Diván de Oriente y Occidente, escribió poemas chinos, poemas persas y poemas árabes. No le molestó parecer un imitador; fue algo más: fue un poeta chino, un poeta persa, un poeta árabe. Trató de imaginar lo que esos hombres lejanos habían sentido, trató de ser ellos. Por eso puede decirse que, como San Pablo, fue todo para todos los hombres. No era un apasionado ni un fanático. Las guerras napoleónicas fueron, en Alemania, guerras por la independencia nacional, que despertaron mucho fervor patriótico: Goethe no tuvo inconveniente en entrevistarse con Napoleón. Por esto, para un pueblo fanático como es el alemán, la elección de Goethe como autor nacional es acertadísima.»”

Borges (2006), págs. 42 a 45.
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Los versos sobre el poniente: «Dämmrung senkte sich von oben, / Schon ist alle Nähe fern» [Chinesisch-deutsche Jahres- und Tageszeiten (1827), VIII].
La cita de San Pablo: I Corintios 9:22. (Notas de Daniel Martino)

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